Un camión se está llevando la casa de la tía Ilia

Yo lo vi con estos ojos miopes que algún día se los ha de comer la tierra, mis cheis. Un carro enorme de color azul se estaba llevando la casa de nuestra tía Ilia. Lo vi con estos ojos que algún día la vieron llena de vida, de locuras de niños y de toda esa pasión desenfrenada de la adolescencia. El carro que se la llevaba había bloqueado la segunda cuadra de la calle Bolívar para que nadie lo viera y para que nadie dijera: “oigan, salvajes, dejen esa casa en su sitio que tiene historia”. Porque tiene historia, mis cheis, la de la tía Ilia, la de su familia que es como la nuestra y la de nosotros, los eternos invasores, el manchón que se metía a los cuartos y hasta a la cocina, bien orondos y confianzudos. ¡Cuánta paciencia la de la tía Ilia!, educadora las veinticuatro horas del día. Suerte la nuestra de haber tenido una tía de cariño que se preocupaba de todos. No era una tía biológica, no era un miembro de nuestra familia; la tía Ilia era una amiga mayor que enseñaba, era una v...