Pido permiso para cambiar mis prioridades

Por Ricardo Espinoza Rumiche Nunca he querido ser como la mayoría, porque no me siento de la mayoría. Soy raro, rarísimo, tanto que hasta a mí me cuesta aceptarlo. En mi adolescencia no me gustaba estar entre la multitud, me asfixiaba, me aburría tanta compañía. Yo era un solitario empedernido. Después de la secundaria, sin decirle a nadie, tenía en mente estudiar para ser un sacerdote, solo para no tener que ver a nadie, porque de alguien había escuchado que los seminaristas vivían varios años enclaustrados. Me gustaba hablar solo, e imaginaba cosas que solo han podido ser posible en mi cabeza. Esto último es lo único que no ha cambiado en mi vida, porque sigo imaginando, sigo hablando solo, sigo soñando despierto y sigo creyendo que hay mejores cosas que hacer antes que engañar a la gente con minucias; por lo demás, todo ha cambiado en mi vida, porque ya no soy el mismo de antes, y hasta me cuesta creer que he sido ese muchachito que ya no reconozco. Lo que no ha variado es que, los ...